La Nueva Máquina de Escribir: Un Ensayo sobre la IA para Escribir Libros

IA para escribir libros Daria y Henry en colaboración

En 2025, la línea entre un texto humano y uno generado por IA se ha vuelto invisible. El uso de la IA para escribir libros ya no es una fantasía futurista, sino una realidad que genera dudas y miedos. Pero antes de caer en el pánico, es crucial entender que estamos ante el último capítulo de una larga historia: la evolución de la «máquina de escribir».

La Despersonalización Inevitable: De la Pluma a la Máquina de Escribir

Definamos y redefinamos en 2025 lo que es y hace una máquina de escribir.

Digo esto en el contexto de un mundo en el que ya no distinguimos, ni con los ojos más avezados, cuando algo es escrito por una persona o una inteligencia artificial. Si, ya no hay más espera, no existe manera de que un libro entero pueda ser públicado sin que al menos exista la suspicacia de que su autor humano no se haya asistido, hasta en un 99% (dejemos ese 1% en la orden dada) con un modelo de lenguaje de Inteligencia artificial.

Pero vayamonos un poco hacia atrás en la historia para intentar entender desde como llegamos hasta aquí, hasta como nos fuimos adaptando, para también poder actuar sin que nos gane el desconcierto.

Hubo una época en que de escribir con el dedo, pasamos a hacerlo con una piedra y luego con una pluma embebida en algún pigmento vegetal. Costumbre que prevaleció por los siglos, ya que en mi infancia me tocó ejercitar caligrafía con un “plumín”, que no era más que una punta metálica muy fina, con mango de madera, que se embebía en tinta china y con la que se lograba un trazado fino y delicado. Efecto que por supuesto se puede seguir logrando con fines artísticos y que también puede emularse con un software cualquiera.

Luego a alguien se le ocurrió que podía automatizarse parcialmente el proceso de escritura, consiguiendo que el escriba pulse una tecla tras otra, y cada letra asignada, vaya cayendo en una línea horizontal casi perfecta, lo cual dotaba al papel escrito en ese artefacto la cumbre de la uniformidad del mensaje comunicado de manera impresa.

Y se la llamó “máquina de escribir”.

Muchos se habrán escandalizado, imagino, ante la “pérdida de identidad” del autor. No era lo mismo (ni lo sigue siendo). Una carta de puño y letra en la que se nota en cada grafismo la emoción que imprimió el autor, que un frío documento al que hay que decodificar de otra manera, mucho más fría e imprecisa, a través de caracteres uniformados.

Nunca más fue lo mismo. Porque muchos al día de hoy siguen prefiriendo escribir y recibir escritos de puño y letra, pero ya no es práctico, ni rápido, ni se corresponde con los tiempos que (nos) corren. No hablamos del uso de la IA para escribir libros, sino de la cantidad extra de recursos que existen hasta llegar a eso.

La Aceleración Digital: Procesadores de Texto y la Competencia Infinita

ia para escribir libros ilustración alegórica

Pero la cosa recién empezaba.

Luego llegaron los infames “procesadores de texto”, que incorporaban varias opciones: la primera es que se ejecutaban a través de computadoras y se veía lo escrito en pantallas, incluso antes de imprimir. Y lo más revolucionario: ni siquiera había que imprimirlos para que otra cantidad ilimitada de lectores, pudiese leerlo, ya que eso mismo podía replicarse en infinita cantidad de pantallas.

Y esos procesadores, vigentes al 100% en su evolución, se fueron complementando con correctores ortográficos, de estilo y los famosos “predictivos” que son capaces de completar nuestras ideas como si nos estuviesen leyendo la mente desde el mismo.

Si nos paramos a verlo, la despersonalización de la escritura fue, en su evolución, tan aterradora como inevitable.

Pero eso no impidió que fuesen surgiendo y haciéndose conocidos mundialmente infinidad de escritores, contemporáneos e históricos, que en su momento no llegaban a tanta gente por la inexistencia de tantos artilugios.

Fenómenos actuales como los de Stephen King, que surgió en momentos en los que alguien debía “descubrirte” casi por casualidad, conviven con los nuevos escritores que se hacen masivos gracias a plataformas que no piden permiso para llegarle a nadie y convertir en masivo a quien no se ha movido de su silla para golpear la puerta de un agente editorial.

Suena más fácil para todos, pero en realidad no lo es, porque la competencia en esas condiciones se ha multiplicado al infinito. Antes en tu interior podías sentir que eras un Poe, King, o Shakespeare que aún no había tenido suerte. Pero ahora sabés que eres uno más de miles que tienen ese talento y que simplemente tu obra se “licua” entre tanto contenido. Y si el algoritmo te ayuda, (o la campaña que puedas pagar) podrás hacerte de un puñado de lectores que te acompañen.

La Estocada Final: El Auge de la IA para Escribir Libros

Pero eso no sería todo, faltaba la estocada final.

Ahora tu competencia como escritor no está solo en tus pares de letras, sino en otras personas a las que probablemente nunca se les hubiese ocurrido escribir un libro, pero que ahora están subiendo un original impecable cada tres horas a plataformas como Amazon, incluso sobre temas que desconocen. La nueva “máquina de escribir” es literalmente la más completa del mercado, ya que con una sola orden, se pone en marcha a la IA para escribir libros enteros, aunque no sepas cómo hacerlo (Porque la orden hasta puede ser oral).

Dos Caminos para el Escritor: Resistencia o Adaptación

Entonces, hay dos caminos a seguir, si es que lo que de verdad te interesa es escribir: 

El primero es hacer caso omiso a toda esta tecnología que pretende ponerte a prueba y seguir como estabas. Si escribías a mano, si escribías en una Olivetti a cinta, si lo hacías en una notebook, o en el celular, seguir haciéndolo sin que nada ni nadie te digan que “hay que cambiar”. Si lo que buscas es más una satisfacción interior que un resultado económico o de difusión masiva, NADA puede sacarte de ese eje.

El segundo es adaptar estas nuevas tecnologías para que tu trabajo te rinda como quieras. Es decir, a veces las ideas van más rápido que nuestras manos y en lo personal me ha sucedido, cuando escribía a mano, que no todo llegaba a ser plasmado al papel, ya que por la lentitud del medio, o la falta de “gimnasia”, iba perdiendo el hilo.

Con la velocidad de tipeo, eso casi se equiparó al “pensar y hablar” en simultáneo. Y con el uso de la IA me sucede lo mismo. Tengo algunas ideas en mi cabeza y comienzo a resumirlas, pero a veces mi mente se pone a divagar y vuelvo a perder el hilo. Hay programas muy buenos que simulan incluso un escritorio a la antigua con paneles de corcho y post-its para no perder detalle, pero así y todo, siempre hay algo más que pueda servir.

Y los asistentes de IA están precisamente para eso.

No para que te escriban un libro, al menos si pretendes ser el autor, pero estaría muy bien si lo quieres hacer por diversión, o para hacer dinero. No hay nada malo en eso, solo la trampa al ego de creer que plasmar una obra personal tenga que ver con el abuso de la herramienta. Pero será un problema solo tuyo o del autor que lo intente, y de nadie más.

Conclusión: La Herramienta no es el Autor

Entonces, si sos escritor y ves como el mercado de tu oficio se hace cada vez más dificil y competitivo por la aparición de estos “agentes Smith”, no es cuestión de desesperarse y creer que está todo perdido, o inventado, o ya cualquiera puede hacer algo “mejor” de lo que hacés. Tu obra sigue siendo tuya y singular, siempre que así lo desees, con o sin ayuda de las nuevas “máquinas de escribir”.

Porque lo importante es que NUNCA dejes de recordar que es lo que son, y están a tu servicio, si sabés usarlas.

¿Buscas otra recomendación (o una advertencia)?

Y si además de analizar las creaciones de otros te interesa leer las mías, te invito a visitar mi sección de Creación Literaria


La Nueva Máquina de Escribir: Un Ensayo sobre la IA para Escribir Libros

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